Unamuno había tomado de Kierkegaard, a quien consideraba un hermano, el repudio de toda verdad abstracta y objetiva, a la que consideraba inoperante y estéril.
Este repudio explica en que medida el rodeo inamuniano por el existencialismo era, en su cisrcunstancia, un rodeo casi inevitable. Con otras palabras, ayuda a entender por qué Unamuno no podia acudir directamente a la religión, si tanto le importaban cierta cuestiones.
Es cierto que el cientificismo tenía unas pretenciones totalizadoras que a Unamuno se le antojaban inaceptables. Anticipando una actitud teórica que habría de alcanzar su apteosis con el neopositivismo del círculo de Viena. Los positivistas de fines de siglo XIX habían erigido la razón discursiva y la ciencia empírica en un absoluto, junto al cual no había lugar para nada más. Pero eso no explica del todo la actitud unamuniana. lo más grave era que, por su parte, tambien la fe católica habia ido deslizándose hacia una racionalización del misterio de la salvación, hacia lo que Unamuno llamaba una escolástica. La teología tomista había convertido la religión en una cadena de silogismo, en algo casi enteramente justificable por la razón. El resultado final de este doble movimiento era el imperio sin fisuras de la razón.